"Con todas las cosas que están pasando en el mundo, les agradezco de todo corazón que hayan decidido venir a verme a mí". Con una frase parecida comenzó Vicente Amigo su concierto del viernes ¡Le agradecía al público que hubiéramos ido a verlo! Y todos nosotros que estábamos agradeciéndole a él que hubiera venido a tocar a Guada...lo que son las cosas. Estaba presentando su último disco, Un momento en el sonido, el quinto que publica en solitario y después de cinco años de silencio.
Empezó solo, pero luego se le sumaron otra guitarra flamenca, dos cajones/coros/palmeros, un percusionista/vocal, un cantaor y – en algunos temas - una guitarra eléctrica. Aunque cuando se volvía a quedar solo comentaba irónicamente: "Qué guasa más guapa le hacen a uno cuando lo dejan aquí solo en el escenario".
El concierto comenzó con fuerza, con una guitarra vibrante y una música cálida, y siguió cargándose de emoción, gracias al buen juego con sus "compadres" músicos. Me sorprendió su capacidad para caminar por la senda del flamenco a la Paco de Lucía (lo sé, inevitable comparación…) y coquetear con éxito con el jazz y el rock –digamos- “esférico”, bastante en la línea de Pat Metheny (esta comparación se la debo a Rainer Seiferth, el experto del lugar): sonidos esféricos conseguidos gracias a los efectos de la guitarra eléctrica, los juegos de la percusión y la voz suave de quien la tocaba, utilizada como un instrumento más. Aunque, por otro lado, no debería sorprender, ya que su trayectoria es tan ecléctica que en sus colaboraciones figuran desde Camarón a Sting.
El análisis detallado se me escapa de las manos, así que se lo dejo a los expertos. Pero una cosa está clara, y es que Vicente consiguió lo que se había propuesto: “dejarles a ustedes un poquito de dolor en los corazones”.
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