El paraíso en la otra esquina es el título de la penúltima novela de Mario Vargas Llosa, escrita en 2003. En ella, el autor narra paralelamente la vida del pintor Paul Gauguin a finales del siglo XIX, y la de su abuela Flora Tristán, a mediados del mismo siglo, y cuenta cómo ambos, cada uno a su manera, dedicaron sus vidas a buscar el paraíso, que siempre parecía estar a la vuelta de la siguiente esquina.
En su búsqueda, Paul Gauguin se aleja de una vida burguesa esperando encontrar lo natural, lo real, el estado puro no corrompido por las convenciones de la burguesía occidental, entres los maoríes de la Polinesia francesa, más concretamente en Tahití y las islas Marquesas, donde acabará su vida. Por su lado, Flora Tristán es una agitadora feminista y política que intenta conseguir un mundo más justo, donde los oprimidos, sean mujeres u obreros, puedan escapar de la situación de penuria y la opresión a la que se ven sometidos por sus maridos y/o patrones.
¿Y esto, qué tiene que ver con La Alcarria? Pues supongo que no mucho a simple vista, pero ayer, mientras escalaba con unos amigos en Buendía, se nos escapó la frase "Esto es un paraíso", y hoy me he puesto a pensar si es así.
Desde luego, La zona de Los Lagos nunca ha sido ni será una de las regiones estelares de España. Con las palabras "hardly spectacular", es decir, "no precisamente espectacular", la describe la guía la editorial Lonely Planet, mi preferida entre las guías turísticas. Y sin embargo, muchos optamos por quedarnos y nos sentimos simplemente bien aquí. Y es que el hecho de que en toda la provincia de Guadalajara haya 200.000 habitantes, 150.000 de los cuales se concentran entre la capital y Madrid, tiene su encanto.
Está bastante abandonada, no hay lugares maravillosos en los que bañarse en verano, y cuando vienen amigos de otros lugares de visita, al principio siente una la necesidad de dar muchas explicaciones, de disculparse incluso por lo "normal" del famoso pueblo que todo el mundo se imagina idílico. Los lugares con encanto no saltan a la vista de quien no quiere descubrirlos. Pero con un poco de curiosidad, estos lugares aparecen. Quienes disfrutamos de la naturaleza encontramos montes, ríos, rocas y lagos apenas explotados, porque este, simplemente, no es un destino turístico. Se vive sencillamente. Es obvio que falta cultura, y mucha, en mi opinión, y por eso a veces el baño no es en el Guadiela o en el Tajo, sino en los teatros, las salas de conciertos y los cines de la metrópoli.
Seguramente el paraíso está en otra esquina, desde luego, nadie sería tan loco de calificar La Alcarria como tal, pero lo que también está claro es que cada uno hace del lugar donde vive su trocito de paraíso.
lunes, 2 de julio de 2007
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