lunes, 4 de junio de 2007

Una de golondrinas

Han vuelto.

Las oyes piar por todas partes, las ves volar raudas e incluso meterse dentro de casa; se instalan por las noches a dormir en las cuerdas de la ropa de las casas, hacen sus nidos, están. Marcan la llegada del buen tiempo y alegran el amanecer, que se vuelve ruidoso por contraste con el del invierno, silencioso y mucho más perezoso. Y yo retomo el poema de Bécquer y su negación la convierto en pregunta: ¿son las mismas todos los años, o son otras? Las que hicieron su nido el verano pasado bajo los soportales de mi casa, ¿son las mismas de este año? Supongo que eso lo sabe cualquier parejano de cierta edad o interesado por el campo (o sea, de cierta edad), así que tendré que preguntarlo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Las golondrinas son siempre fuente de inspiración, aunque no siempre de alegría.

A salvo el universal verso de Béquer, Alfonsina Storni también cantó a las golondrinas:

¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis!
Yo soy una bohemia, una pobre bohemia
¡Llevadme donde vais!

¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis,
que tengo el alma enferma porque no puedo irme
volando yo también?

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales! ¡Con las alas de luto
llegaos hasta mí!

¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!...
¡Qué lástima, pequeñas, que no tengáis las alas
tejidas en azul!

Esto es sólo el final del poema, pero hoy en día constituye un curioso y terrible presagio. Alfonsina se suicidó en 1938 metiéndose lentamente en el mar desde la orilla. Yo creo que trataba de seguir a las golondrinas.

Suicidio trágico pero fructífero, ya que gracias a él existe una de las canciones más BONITAS jamás escritas en nuestro idioma, "Alfonsina y el mar". La han cantado voces colosales, pero yo me quedo con la versión de Andrés Calamaro (y con la de mi madre, que la cantaba como los ángeles en el coche cuando me llevaba al colegio).

Lamento importunar si todo esto no viene a cuento en un blog de vida rural, pero la historia de Alfonsina Storni es tan apasionante que no me he podido resistir.

Emilia dijo...

La literatura viene a cuento siempre, sea rural, urbana o virtual.

El suicidio de Alfonsina Storni me hace pensar, claro, en el de Virginia Woolf, que se lanzó al río con los bolsillos llenos de piedras.

Dicen que Alfonsina Storni quiso hacer de su vida literatura y literatura de su vida, y que para ello estuvo dispuesta a aceptar los riesgos que eso implicaba. Aun así seguirá impactándome siempre descubrir nuevas evidencias de la trágica unión entre la sensibilidad artística y el sufrimiento, las personalidades extremas y las dependencias extremas.

Ah, me dicen en Pareja que las golondrinas son las mismas, exactamente.

Anónimo dijo...

hola alfanhui y emilia
son las 7 de la mañana, estoy en mi cuarto viendo la luz suave y el baile turbulento de las golondrinas sobre los tejados de Pareja. Un placer. Cada ser tiene su magia, sus capacidades y sus maneras de desarollarlas. A lo mejor las golondrinas tan lejos no piensan, pero como vuelan! A lo mejor la magia del ser humano está en su capacidad de darse cuenta de ella. Por eso escribe poemas.
A veces la magia se pierde explicándola y no sentimos tristes, separados de la vida. Me parece que es el precio que pagamos por ser tan inteligentes. Pero todo eso es parte del juego y intentar a escapar es locura. Alfonsina lo intentó.
Por cierto, hay una nueva interpretación impresionante de la canción en el disco "aquamare" de la cantante sarda Franca Masu. En su página www.francamasu.com podeis escuchar un fragmento (sección discografía).
un saludo

Emilia dijo...

Rainero, eres un poeta. Conozco perfectamente esa sensación de la mañana, cuando aún hay silencio y la luz todavía es dorada, y se oyen solo las golondrinas, y es imposible imaginar estar en cualquier otro lugar.

Franca Masu tiene una voz maravillosa.