viernes, 2 de noviembre de 2007

En el día de los Difuntos...

el consuelo de la poesía.



He visto morir a mucho hombre joven...
Vicente Gaos

He visto morir a mucho hombre joven, y sólo puedo juzgar ya mi vida como un regalo,
como una inmerecida dádiva que exige a cambio un empleo digno.
Ahora recuerdo en particular a aquel compañero:
Un viento delicado curvó la ágil palma, el álamo desvalido,
y el tronco primaveral cayó al otro lado de la ancha orilla,
llevado por las aguas de un río que no puede atravesar mi barca.
Inútilmente le estuve llamando desde esta margen a gritos:
"Mira, mira, ya ha venido mayo de nuevo, el campo está bañado en luz. Despierta".
Pues era sólo un falso consuelo. No estaba dormido.
El aire tenía una pasmosa dulzura, la luz vibraba sobre la
corriente con la misma indiferencia del agua.
Me alejé, entre agitado y sereno, por el inmenso campo desierto.
Y ahora, al recordar, me pregunto por qué inescrutable designio
yo
estoy todavía de este lado del agua,
gozando de la luz, del aire, de las maravillas del mundo,
o de las maravillas del hombre, cuando escucho música,
o tengo con admiración en las manos un hermoso libro.
De la orilla de Oriente a la de Occidente no hay ningún barranco
no hay ningún abismo infranqueable.
Sólo un rizado río de agua mansa, de agua continua.
Sólo un soplo de aire.
El misterio de la vida es mayor que el misterio de la muerte.
El misterio de la muerte es sólo una parte del de la vida.
Una sucesión incesante nos lleva de la mañana a la noche,
de la oscura matriz a las rosas más claras.
Aquí, en esta sala, mientras escucho a Mozart o a Bach,
mientras los sonetos de Shakespeare o las obras de Racine encienden mi vida,
aquí, en esta sala, tengo abierta la puerta que comunica con la alcoba oscura.
Y a la vez diviso por la ventana el jardínn donde juega mi hija.
(Y mi hija va de la casa al jardín, y del jardín a la casa,
a tomar en la cocina un vaso de agua, o a coger tal vez de la
alcoba algún juguete olvidado.
Y yo le digo: "Espera, descansa un poco. Un vaso de agua fría ahora te haría daño".
O bien: "No te pongas así en la corriente. Cierra la puerta").
Y más allá del jardín, por la mediación del valle la vista resbala
sin la transición hasta las montañas.
Una interminable unidad acoge en su corazón a la nieve del pinar
y al césped de la ladera,
a la piedra y al sol, a la culebra y al águila,
a los vivos y a los muertos.
Esta mañana, mientras contemplaba a mi hija en su juego, he
recordado a mi padre.
Y me ha llenado de confianza saber que el río sigue en su cauce,
entre las orillas,
entre las dulces orillas de abril y enero, por las que espero en la
vida.
Interminable es su tenue hilo, siempre acompaña a la primavera
la renovación de la carne,
y todo es y será como antes fuera,
"Bien - me he dicho-, ya has vivido media vida, ya la has desvivido,
ya has matado media vida, ya tienes media vida muerta.
Y no puedes envanecerte en verdad de que en tu madurez
hayas dado excesivo fruto,
pero has adivinado que la plenitud de la vida es esto tan sólo:
la plenitud de la muerte, la serena posesión de un punto intermedio
entre las dos grandes orillas comunicantes".
Ahora estoy ya inmerso en aguas de profundidad,
a igual distancia de mi padre, a quien no puedo decir
que llegué a conocer,
y de mi hija, de quien tengo la seguridad de que ha de ignorarme.
(Aunque todos hayamos de adivinarnos un día u otro.)
He tomado una piedra en las manos y la he estado contemplando
larga, largamente,
con la profunda veneración de quien toma contacto con algo a la vez próximo y remoto.
No, ya no sé a qué mundo pertenece esta piedra,
yo no puedo saber si esta piedra encierra en su seno la aparición,
la concentración de la Nada,
y si la Nada y la muerte no son la negación de la vida,
sino algo más bien que tiene un puesto en la vida, dentro de ella,
algo que ignoramos y que nos ignora,
como los hombres nos ignoramos unos a otros,
como todos ignoramos a la vez la vida y la muerte.



La fotografía es un detalle de la escultura "Sternenfall" (caída de estrellas), de Anselm Kiefer. Fotografiado por Dalbera.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

CANCIÓN DE LA MUERTE

Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.

Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.

Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.

Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.

En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.

Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.

Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y son mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.

Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.

José de Espronceda

Emilia dijo...

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Antonio Machado

Anónimo dijo...

CALCULADORA

Cuando se acerque el fin, suma los malos momentos de tu vida y los peores.

No temas: el infierno habrá quedado atrás.


Aureliano Cañadas.

Emilia dijo...

Fantástico. No va más.

Anónimo dijo...

Y ahora para reírnos un poco, variación sobre el mismo tema :


El Testamento
[Le Testament]

(Georges Brassens / Paco Ibañez)

(Traduction: Pierre Pascal)

C C7
Me pondré triste como sombra
F G7 C
Cuando el dios con quien siempre voy
C C7
Me diga con la mano al hombro :
F G7 C
« Vete pa'arriba a ver si estoy »
F Dm C Am
La tierra entonces y el cielo
E7 G7
Todo tendré que abandonar
C F E7
¿ Aun estará de pie el roble |
Am G7 C | (bis)
El de mi caja funeral ? |

Si hay que ir al cementerio
Me fumaré el funeral
Y si no puedo hacer novillos,
A rastras y a no poder más
Y que más da si me creen loco
Si me riñe el enterrador
Caminito del otro barrio
«Pasen ustedes por favor».

Antes de ir a hacer el oso
Con las ánimas de Plutón
Quiero otra vez estar celoso
Otra vez dar mi corazón
Una vez más decir « te quiero »
Una vez más desatinar
Al deshojar el crisantemo
Que es margarita funeral.

Dios quiera que mi viuda sienta
Al enterrarme un gran dolor
Que no necesite cebollas
Para demostrar su amor
Y que tome en segundas nupcias
Esposo de mi calidad
Así podrá sacar provecho
De mis chinelas y mi ajuar.

Que sea dueño de mi esposa
Que beba y fume en mi hogar
Pero que nunca cien mil diablos
(Pero que nunca ¡ le parta un rayo !)
Mi jaca se atreva a montar
Aunque no tenga yo ni pizca
Ni sombra de perversidad
Si tal hiciera mi fantasma
Le vendría a perjudicar.

Aquí yace una hoja muerta
Mi testamento se acabó
Hay un letrero en mi puerta
« Cerrado porque se murió »
Ya no me dolerán las muelas
Yo me despido sin rencor
A la fosa común del tiempo
Y del olvido ya me voy.