Esta pregunta es inevitable cuando se sale a caminar un atardecer como el de hoy: los patos... ¿o eran gansos, o cigüeñas, o qué? (en estas cosas se nota el origen urbanita de esta neoalcarreña adoptiva). Los patos - decía - vuelan haciendo siluetas entre la V y la W, como una flecha hacia el sur. Si en la ciudad son el cambio de horario y los adornos navideños en los grandes almacenes lo que nos avisa de la llegada del invierno, aquí viene de la mano de esta imagen, que trae también las ganas de encender la calefacción.Y, por supuesto, al ver los patos no he podido evitar pensar en Eduardo Galeano, que un día se hizo la misma pregunta y se contestó a sí mismo lo siguiente:
Los patos
¿Por qué los patos vuelan en V? El primero que levanta vuelo abre camino al segundo, que despeja el aire al tercero, y la energía del tercero alza al cuarto, que ayuda al quinto, y el impulso del quinto empuja al sexto, y así, prestándose fuerza en el vuelo compartido, van los muchos patos subiendo y navegando, juntos, en el alto cielo.
Cuando se cansa el pato que hace punta, baja a la cola de la bandada y deja su lugar a otro pato. Todos se van turnando, atrás y adelante, y ninguno se cree superpato por volar adelante, ni subpato por marchar atrás.
Y cuando algún pato, exhausto, se queda en el camino, dos patos se salen del grupo y lo acompañan y esperan, hasta que se recupera o cae.
Juan Díaz Bordenave no es patólogo, pero en su larga vida ha visto mucho vuelo. Él sigue creyendo, contra toda evidencia, que los patos unidos jamás serán vencidos.


